viernes, 26 de enero de 2018

CABUDARE BICENTENARIA


CABUDARE, BUCOS Y MAMEYES

Cabudare Bicentenaria


Américo Cortez
Cronista de Cabudare


Estamos viviendo en la era bicentenaria de nuestro pueblo. Empezando por el bicentenario del paso de Bolívar por Cabudare, ocurrido en 1.813 y celebrado con los escolares en el 2.013. Ahora estamos celebrando el bicentenario del 27 de enero y el 1º. de Abril.

El 27 de enero de 1.818 se efectuó la reunión, en los espacios cercanos a la actual plaza Bolívar, entre los Presbíteros Dr. Juan de Mujica, párroco de Santa Rosa y los párrocos Br. Sebastián Bueno y Josef Antonio Melean por Barquisimeto. Igualmente fueron comisionados para esa reunión, el Alférez Real Juan José Alvarado de la Parra y el Padre Andrés Torrellas, quienes organizaron el encuentro. Estaban allí por orden del Gobernador Eclesiástico Manuel Vicente de Maya. También se encontraban los canarios propietarios mas importantes de las haciendas de este lado del río Turbio, que desde 1.817 solicitaban la creación de la parroquia Cabudare: Don Antonio García Tacoronte, Don Juan de Ponte, Don Antonio Marante y Don Miguel Bernal. Se pretendía ese día desmembrar de las parroquias de Santa Rosa y Barquisimeto, el territorio que sería la parroquia Cabudare.
Lamentablemente la reunión no tuvo el éxito esperado, ya que los curas de Barquisimeto se negaron a ceder ni un palmo de terreno para la nueva parroquia.
Los sitios del Mayal, Cocorotico, la Loma (loma redonda) y otros pertenecían a la parroquia de Barquisimeto.
Apenas pudo el Padre Torrellas desmembrar parte de la parroquia de Santa Rosa, ya que el Pbro. Juan de Mujica (en un gesto de ventajismo), aceptó, pero quedando de cura titular en la nueva parroquia de Cabudare. Dos tercios de los habitantes de la parroquia Santa Rosa, pasaban al nuevo curato.
Ese día los hacendados canarios que vivían en lo que hoy conocemos como Cabudare,  cedieron parte de sus terrenos para la construcción de la iglesia, la casa para habitación del cura, la casa pública para la instrucción de la juventud y la plaza pública. Colocaron una cruz donde se construiría la iglesia.
Días después en reunión “los principales vecinos” decidieron que la patrona de Cabudare fuese la virgen de la Candelaria, lógico, es la patrona de las islas Canarias y que la iglesia a construirse tuviera como patrono titular a San Juan Bautista.
Luego el padre Torrellas realizó el censo de los pobladores del nuevo curato y de allí se desprendió que vivían 3.132 almas en aquel Cabudare. Lo que demuestra que ya había gente alrededor de esos espacios.
En enero de 1.999 se cambió la fecha de conmemoración del día de Cabudare, del 10 de noviembre para el 27 de enero, día de la explicada reunión.
Como podemos ver, la denominación dada al 27 de enero, como Día de Cabudare requiere una revisión, ya que nombrarla como “Tercer y definitivo poblamiento de Cabudare” no es correcta.
Primero, ese día no se pobló nada, nadie se mudó. Ya existían en los alrededores de ese espacio, a la vera del camino real (hoy Avenida Libertador), gente viviendo. Era, de hecho, una de las razones por las que se oponían Barquisimeto y Santa Rosa; el potencial económico de Cabudare. Segundo, por esa razón no hay tercer poblamiento. Pareciera como si Cabudare se hubiese mudado ese día y no es así. Ese día no se hizo la nueva parroquia. Lo que si pasó ese día es que se empezó a organizar lo que sería el pueblo de Cabudare. Por esa razón al 27 de enero debería llamarse “El día que se empezó a organizar el pueblo de Cabudare”.
En otra oportunidad volveremos sobre el tema, cuando se acerque el 1º. de Abril, el día de la creación oficial de la parroquia Cabudare.

De todas maneras, estamos de bicentenario. ¡Salve pueblo de Cabudare!. ¡Honor a tus hijos e hijas!. ¡Dios te proteja y te dé las dichas que aún no has recibido!.




Iglesia San Juan Bautista de Cabudare.
Inaugurada el 24 de junio de 1.835



Capilla "Santa Bárbara".
Primera sede de la parroquia Cabudare en 1.820




Virgen  "La Candelaria". Patrona oficial de Cabudare

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martes, 16 de enero de 2018

CABUDARE Y EL TERREMOTO DE CUMANÁ DE 1.929


CABUDARE, BUCOS Y MAMEYES


Cabudare y el terremoto de Cumaná de 1.929



Américo Cortez
Cronista de Cabudare



Los miedos y temores a los terremotos son naturales, más si como nosotros vivimos en Cabudare, pues se encuentra atravesada por la falla de Boconó y en cualquier momento podría suceder u evento sísmico. Dios nos libre.

El 17 de enero de 1.929 a las 7:32 de la mañana sucedió el terremoto de Cumaná, donde murió el 8% de la población de esa ciudad y trajo consecuencias, no solo en Cumaná, sino, en muchas partes de Venezuela, sobre todo en el oriente del país. La fuerza telúrica fue de una magnitud de 7.0 en la escala de Richter, teniendo como epicentro el Golfo de Cariaco.







En Cabudare, se sintió el sacudón. Don Julio Álvarez Casamayor, que para esa fecha contaba con 10 años de edad, nos cuenta algunas de las cosas que sucedieron en Cabudare ese día y los siguientes y que podemos decir, que hubo verdades y manipulaciones. Depende del lado que se vea.

En 1.929 el párroco en Cabudare era el Presbítero Agustín Álvarez, quien desde 1.927 llevaba con pasión el rebaño cabudareño. Todo el pueblo le era fiel y respetaba al levita que había demostrado ser un verdadero hombre de la fe. Nadie veía con sospecha ni dudas sus peticiones y mandatos.

Igualmente estaba recién llegada a Cabudare, una congregación misionera redentorista, que hacia misas y se movilizaba, no solo a la casas de los vecinos de Cabudare, sino que establecían contacto y visitaban Agua Viva, los Rastrojos, la Piedad y demás caseríos. Muestra de ello son las cruces misioneras que dejaron en diferentes puntos del municipio, como testimonio de la fe y sus visitas.

La vieja casa donde vivía Julio Álvarez, el día del terremoto de Cumaná, era de adobes y tejas, propiedad de su padre y luego fue de “Panchita” Casamayor, como llamaban a la hermana de Augusto Casamayor, reconocido comerciante, de grata recordación por el Cabudare de entonces y que estaba ubicada en la calle “Domingo Méndez”, esquina noreste de la calle “San Rafael”, lo que se llamaba la esquina de “la caja de agua”.

Cuando comenzó a moverse el piso, por el terremoto, el niño de entonces, Julio Alvarez, sin saber de técnicas ante sismos y que dormía plácidamente en una cama de tijeras de madera con lona, se quedó quieto, viendo caer terrones de las vetustas paredes, hasta que sus familiares lo sacaron de la casa.

El miedo y terror de los cabudareños fue tal, que todo el pueblo decidió dormir en las calles o en la plaza Bolívar, por precaución. Improvisadas chozas, trojas y la intemperie fueron el lecho de la mayoría del pueblo. La situación duró más de una semana y es allí donde los misioneros redentoristas, aprovechándose del miedo, empezaron a congregar a la gente en la iglesia para dar sermones llenos de temores, castigos celestiales y demás, pidiendo al pueblo que se arrepintiera de sus pecados, haciendo hincapié en que los pecadores debían entregarse a la adoración del Altísimo y la protección y dedicación de sus familias.

Para más ñapa y completar el cuadro, algunos parroquianos, disociados o traumatizados por el terremoto, tal vez mandaos, empezaron y que a ver señales del cielo; velas que al quemarse tomaban formas de santos, olores que presagiaban lo malo, extraños vientos y hasta sonidos que anticipaban algo. Ante este escenario, pues era fácil que el pueblo cayera ante el influjo de los misioneros redentoristas.

En esas fechas, vivían en Cabudare, muchas parejas amancebas, es decir sin casarse, lo que aprovecharon los redentoristas para exponer y acuñar la frase “el castigo divino”. Allí en la plaza, casi hasta la media noche, medio pueblo se amontonaba a comentar, rezar y conversar, temiendo otro terremoto.

Aunque Cabudare había sufrido casi nada con el hecho, el miedo y el desgarrador sermón que día a día iba dirigido a “los pecadores”, hizo que muchas parejas amancebas, después del susto, se casaran en los próximos días, como lo testimonia Don Julio y los libros de matrimonio del Concejo Municipal y de la iglesia parroquial.

Aunque don Julio al contarme ese hecho, no me mencionó nada sobre la convicción matrimonial creada por los redentoristas, debo inferir que la ola de matrimonios de esos días, pudo ser provocada por el cura párroco, respetando la fe y la buena intención. Si, el padre Álvarez, quien aprovechando (digo yo) el sismo y sabiendo quienes vivían en condiciones no propicias moralmente para la iglesia católica, le pasó el dato a los misioneros, para que estos, sabiendo donde afincarse, trabajaran sus psiquis, e incluso, visitarían muchas casas, para convencerles que ellos casándose estaban salvando a Cabudare de una catástrofe y del “castigo divino”. Lastima no tener referencias de nombres y familias involucradas, para averiguar, como les fue con el matrimonio salvador de Cabudare o si luego de sentirse engatusaos se divorciaron.

Lo cierto es que el terremoto de Cumaná también sirvió para que surgiera un momentáneo grupo de nuevos empresarios que se aglomeraron alrededor de la plaza: vendedores de fritangas, chicharrones de marrano, bollos, alfajoras,  cucas, biscochos cabudareños, panes guameros, conservas de las cuibitas, guarapos e igualmente estampitas, escapularios, sahumerios, velas y demás. Todo el día era un trajinar a la iglesia, con misas, rosarios, rogativas al Nazareno y penitencias. Hasta una improvisada cruz de madera se construyó y estuvo tiempo expuesta en la iglesia y fue llevada, en ocasiones, a los caseríos, para hacerle misas, pero sospecho, que era para recordarles a los cabudareños que “el castigo divino” podía volver con más furia a cobrarles el desacato a la fe. Así que ellos, si querían salvar a Cabudare debían encarrilarse y mantenerse por el buen camino.

Ese 17 de enero de 1.929, día del terremoto de Cumaná, no hubo en Cabudare grandes daños materiales, ni heridos, menos muertos, pero sirvió para reafirmar el poder que por mucho tiempo tuvo la iglesia y del cual aún quedan resquicios. Tampoco hubo ese día un Bolívar como en Caracas en 1.812 que dijera ante el sismo y el posible castigo anunciado por los redentoristas “si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y seguiremos viviendo amancebaos”.

Así me lo contó don Julio Álvarez Casamayor y así lo cuento, claro, poniéndole algunas cositas, pa` entreteneme.


proyectoculturalsarao.blogspot.com



El miedo al castigo divino




El poder de la iglesia basado en temores


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lunes, 8 de enero de 2018

EL MAMEY EN CABUDARE

CABUDARE, BUCOS Y MAMEYES

El Mamey en Cabudare

Américo Cortez
Cronista de Cabudare

Nuestra naturaleza siempre nos da demostraciones de sus bondades, razón por la cual debemos aumentar los esfuerzos para preservarla.
En Cabudare, los indígenas usaron el valle del Turbio convirtiéndolo en un vergel. Luego los españoles y canarios implantaron el monocultivo de la caña de azúcar en ese espacio y se empezó a dejar de cultivar otros rubros; desde cacao, arroz y todas las frutas posibles, lo que empobreció el suelo del valle.

Uno de los frutos que casi desapareció fue el mamey (mammea americana), que estaba fundamentalmente alrededor de los bucos que regaban los sembradíos de nuestro municipio y al desaparecer estos perecieron casi todas las plantas de la perfumada fruta.

La municipalidad mediante ordenanza y por sugerencia de los cronistas de Palavecino, declaró al mamey como la fruta emblemática del municipio Palavecino. Entre otras cosas para protegerla de la extinción. Sin embargo poco se ha hecho para lograrlo. El año pasado en mi programa de radio “El programa sin nombre” que se transmite por Radio Comunitaria Kabudari 97.7 solicité a los oyentes semillas de mamey y gracias a la benevolencia de la Profesora Esperanza Lares obtuve las primeras 15 semillas, de una  que su padre trajo de Margarita y sembró en su casa. Con ellas el Licenciado Wilfredo Perdomo de la U.C.L.A. logró “prender” 13, las cuales crecieron sanas.

En este momento estamos sembrándolas en las escuelas del Municipio. Nuestra meta es una planta de mamey por cada escuela, colegio, liceo y plaza pública. Eso nos da un total aproximado de 100 plantas. Luego aspiramos mantener el vivero para las familias que lo deseen.

Comenzamos el 20 de Abril en las Escuelas “Gladys Briceño Méndez” y “Rómulo Betancourt” y el viernes 21 en la Escuela “Nicolás Patiño Sosa”, todas en la Parroquia Cabudare. Allí participaron: “Los guardianes ambientales”, “la patrulla escolar”, directivos, maestros y maestras, alumnos en general y representantes.

Se hace un compromiso en cada escuela de mantener la planta, llevar una bitácora de trabajo (riego, limpieza, abonado, etc.) y hacer un seguimiento de su crecimiento.
Se entonó el Himno al árbol y hubo palabras de maestras y representantes resaltando la importancia de seguir sembrando en los niños y niñas el amor por la naturaleza.

Recuerdo de niño cinco cosas cuando íbamos a buscar mameyes: Las carrereas que nos echaban los trabajadores de las haciendas (porque éramos su competencia), las “culecas”, especies de escondites hechos con hojas y monte, para evitar llegar a la casa sin mameyes, ya que todo el que nos veía nos pedía uno. El dulce de mamey que preparaba mi madre y mi tía Emma, que era la gloria por su sabor y aroma…el mejor perfume que recuerdo. La leyenda que inventaban para quitarnos los mameyes “el mamey dura en la barriga casi un año, por eso no se debe comer mucho” y por supuesto los baños en las cristalinas aguas de los bucos.

Además del vivero y la siembra del mamey en las escuelas y plazas, preparo otro con la rosa de montaña y el jabillo histórico, flor y árbol emblemático del municipio, pero esa es otra historia.
Por ahora aspiro que quien sepa donde hay matas de mamey se comunique conmigo al 1016 5541876, no importa que se los coman, necesito las semillas para garantizar su supervivencia.

Quiero agradecer a las escuelas, al Licenciado Wilfredo Perdomo por creer y su amor a la naturaleza, al Supervisor Agregado Julio López, por su respaldo y humanidad y a su asistente la Licenciada Mila Flores, instructora de Patrulla Escolar, por su apoyo.

Martin Luther King dijo “si supiera que el mundo se acaba mañana, hoy sembraría un árbol”, eso es fe en la humanidad. Eso queremos hacer con el mamey, sembrarlo en las escuelas y en los corazones. ¿Pueden los recuerdos de infancia y el amor a mi pueblo motivarme a ello?...Creo que si. Dios bendiga ese bucólico Cabudare que llevo en el corazón y que no permite que pierda la esperanza por un mundo mejor.



Rindiendo honores al mamey en la escuela "Romulo Betancourt", de la Urbanización Terepaima


Siembra en la Escuela Nicolás Patiño Sosa"
de la urbanización "La Mata"


Todas las manos a la siembra

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UN DIVIDIVI Y UNA CEIBA

CABUDARE, BUCOS Y MAMEYES

Un dividivi y una ceiba


Américo Cortez
Cronista de Cabudare


En nuestro municipio Palavecino existen dos árboles de especial significación y también deberían serlo de consideración. Un dividivi que vive latente, esperando que se dictamine si vive y una ceiba (jabillo), frondoso testigo vivo que cada día se resiste al maltrato y a que le digan jabillo, pues la sabiduría del pueblo cabudareño siempre le ha llamado ceiba y la fuerza de la costumbre se impone. Además ¿qué tiene de malo eso?.
El dividivi y la ceiba tuvieron bajo su sombra al hombre más grande de América,  Simón Bolívar, el 9 y el 10 de noviembre de 1.813, respectivamente, cuando recorrió los caminos de Cabudare. Esta semana pasada se cumplieron 204 años de ello.
Hoy el dividivi, del cual solo queda el tronco, vive bajo resguardo de la familia Rodríguez Parra, en Los Rastrojos, diagonal a la iglesia “Sagrada Familia”. Su más celoso cuidador Rafael, el morocho, ya no está con nosotros y recuerdo, cuando, en mi trabajo como cronista, programaba visitas a su casa, para que los niños recibieran la energía de ese tronco, aparentemente muerto, y que en su cuerpo han crecido flores y plantas ornamentales. ¿Será que aún hay energía en él?. El morocho le miraba como quien ve a un anciano esperando consejo y los ojos le brillaban de orgullo al contar la historia, al saber su alegría y responsabilidad de mantenerlo, cerca de su casa y su corazón. ¿Cuántos secretos del Libertador, tendrá guardados?, ¿Qué dijeron ese 9 de noviembre Palavecino y Bastidas a Bolívar al incorporase al ejército libertador?. Es necesario buscar la forma para saber si es posible sacar de su ADN unos hijos, para sembrarlos en las escuelas. ¿Cómo se verá un dividival, con los hijos del histórico, en la avenida Intercomunal de Cabudare a Los Rastrojos?. Lo otro que falta, es cumplir el proyecto que preparaba con el morocho de realizar en ese hermoso patio de su casa, “En el Dividivi”, una serie de actividades culturales: recitales, ponencias, charlas, tenidas, etc. Ello, seguramente sería el complemento que el morocho celebraría desde donde esté.
Otro caso similar pasa con la ceiba histórica de Cabudare, que tiene ya algunas ventajas. Forma parte del complejo llamado desde 1.965 Parque “Ezequiel Bujanda”, tiene a su lado el puente San Nicolás (1.865), la quebrada Tabure, la capilla “El Nazareno”, la cancha techada y el parque infantil. Allí se realiza todos los domingos el programa del Ateneo de Cabudare “Contemos bajo la ceiba”. Sin embargo necesita, debido a su edad, periódicos exámenes fitosanitarios y una recuperación total de los espacios adyacentes, que garanticen todo el parque y la permanencia del árbol en el tiempo. Fue denominado por la Gobernación del Distrito Palavicini el 12 de marzo de 1.946 como Monumento Histórico y es quizás el altar de la patria en Cabudare. Se realizaban bajo su sombra velorios del sepulcro, los viernes santos. Hubo navidades en que se le colocaban luces, cual arbolito. Se realizaban discursos electorales. Allí estuvo Luis Beltrán Prieto Figueroa y fue él quien públicamente dijo “no sé por qué lo llaman ceiba  si esto es un jabillo”.
Estamos preparando un vivero, para que sus hijos llenen el valle del Turbio, el Parque Terepaima y más. Se recuerda ese 10 de noviembre de 1.813 cuando Bolívar resolvía bajo su sombra como subir a la meseta, a la llamada batalla de Barquisimeto y como los cabudareños esperanzados en la libertad se sumaron al ejército.
Como símbolos naturales e históricos hay tareas que acometer para darles el merecido y justo lugar en nuestra historia.
La energía que el dividivi y la ceiba emanan, nos recuerdan la tarea que los maestros (as) y cronistas debemos llevar adelante. Profundizar en la querencia por lo nuestro, lo que resalta y profundiza la identidad.

Queda a Los Rastrojos y a Cabudare, a nuestro gobierno y a su gente la tarea. Y a ti morocho recordarte que “no hay plazos que no se cumplan, ni deudas que no se paguen”.



La ceiba (jabillo) y el puente "San Nicolás".
Vista desde el interior del parque, parte norte.



Restos del dividivi que cobijó al Libertador
en Los Rastrojos el 9 de noviembre de 1.810.
Hoy casa de la familia Rodríguez Parra.


El camino histórico por donde Bolívar entró a Los Rastrojos,
 a la altura de "Zanjón Colorao"


Vieja foto del Puente San Nicolás y la ceiba histórica

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HÁGASE LA LUZ

CABUDARE, BUCOS Y MAMEYES

“Hágase la luz”

Américo Cortez
Cronista de Cabudare

Existen dos áreas de la vida que van de la mano, ya que su función, aunque muchas veces menospreciada, es fundamental para un desarrollo integral de un pueblo. Me refiero a la cultura y a la educación. Cuando se ven problemas, muchos dicen “falta educación” o “falta cultura”. Lo cierto es que está comprobado que los niveles de educación y cultura de un pueblo facilitarían las demás tareas en nuestra sociedad.

Un pueblo culto y educado tiene un mejor entendimiento del desarrollo del pueblo y su papel en él. Permite ocupar menos recursos en seguridad, aseo de las calles y parques, inversión en áreas públicas, que hoy día no se respetan y se dañan. Habría una ciudadanía más responsable y sería vigilante de lo que acontece. Esta responsabilidad no sería una carga, ya que la participación activa de muchos sería como dijo Simón Rodríguez “las cargas compartidas en sociedad son más livianas”

En Cabudare tenemos saqueados permanentemente los sistemas eléctricos del Parque “Ezequiel Bujanda”, La Plaza de los cultores (detrás del viejo estadio Terepaima, hoy estadio “Pedro José López Rivero”, el Monumento a Juáres, cercano a la entrada de Cabudare  e incluso los malhechores se roban las luminarias (si no las dañan) de la Plaza “Aquilino Juáres”, ubicada frente a la Alcaldía y Concejo Municipal. De igual manera sufre de desmantelamiento la Plaza Bolívar de Cabudare, en la cual se han llevado casi todos los bancos y la penumbra de noche la convierte en boca de lobo. Las penumbras causadas por los robos de luminarias de las plazas, aumenta la inseguridad.

Los Consejos Comunales, organizaciones sociales de todo tipo y la municipalidad, deben trabajar en conjunto, no solo reparando los daños a las plazas, sino creando y desarrollando planes de cooperación y educación, que hagan que los vecinos asuman responsabilidades directas, como lo establece la Constitución nacional y en los más jóvenes fomentar la conciencia necesaria para vivir en comunidad, con respeto a lo público.

Los planes culturales, recreativos y educativos que se puedan realizar en estas plazas, fomentarán la querencia necesaria. Como está la cosa hoy, toda inversión que se realice en estas zonas es perdida, pues deben acompañarse con proyectos de seguridad, convivencia ciudadana, recreación, educación y cultura. Participarían también grupos ecológicos y otros grupos organizados, incluyendo las diferentes corrientes religiosas.

En Semana Santa nos tocó pasar por dichas plazas y el comentario general es que necesario es organizarse para lograr la permanente contraloría y vigilancia, pues cada caso es particular y requiere participación activa de la gente.

En el caso del Parque “Ezequiel Bujanda” que contiene en sus espacios a: la ceiba histórica, el puente “San Nicolás”, la capilla del Nazareno, la quebrada Tabure, la cancha múltiple techada y el parque infantil, debe llegarse a acuerdos con las siguientes instituciones: Ateneo de Cabudare, Consejos Comunales del sector (pueblo arriba y pueblo abajo), comercios de la zona, parroquia San Juan Bautista de Cabudare,  las escuelas y colegios que utilizan la cancha techada y la municipalidad.
En el caso de la Plaza Bolívar: Destacamento de Tránsito terrestre, parroquia “San Juan Bautista”, Escuela “Ezequiel Bujanda” y Artesanal “Valmore Rodríguez”, comercios de la zona, consejo comunal del sector y municipalidad.
Con respecto a la plaza “Aquilino Juáres”, la plaza de los cultores y el monumento a Juáres deben participar: Consejo comunal del sector, municipalidad, grupo “Santa Bárbara en folklore”, Tamunangueros de Palavecino y comercios de la zona.
Todo por el principio de la corresponsabilidad que establece la constitución.


Trabajo en conjunto, en equipo, en comunidad, en alianza, etc. Lo podemos llamar como queramos, lo importante es la participación y cooperación solidaria de todos, para rescatar estos espacios, hoy esperando nuestro compromiso.




La ceiba histórica y el puente "San Nicolás"



Plaza "Aquilino Juáres" reconstruida en el año 2.000



Plaza Bolívar de Cabudare, vista desde la calle "Juan de dios Meleán", lado oeste.




Monumento a Juáres,
donde existió la casa de su nacimiento

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HABLANDO DE GOBERNADORES

CABUDARE, BUCOS Y MAMEYES

Hablando de gobernadores


Américo Cortez
Cronista de Cabudare


Estudiar la vida de quienes forjaron la actitud responsable, patriótica, moral e incólume en el manejo de las rentas públicas de nuestra gobernación, debería ser obligación de los que quieren gobernar nuestro Estado Lara. Estudiar esos hombres preclaros, que incluso colocaron de su bolsillo dinero, para resolver problemas de la colectividad.
A propósito de las próximas elecciones para la Gobernación, traigo un personaje, digno de admiración, por todo lo que he dicho y mucho más. Me refiero a Aquilino Juáres. Militar, estadista, orador, escritor, músico y magistrado civilizador. Estudió gramática castellana y francés; lengua que hablaba muy bien. Hizo cursos de filosofía, de literatura y música clásica. “Digno de sus charreteras y de la magistratura”, como lo dijo su paisano cabudareño Francisco de Paula Vásquez. Fue Juáres Comandante de Armas del Estado Lara, Presidente del Estado varias veces, Senador al Congreso Nacional y Ministro de Guerra y Marina; mostrando honradez a toda prueba, al punto de morir en Barquisimeto, en completa pobreza y con la casa hipotecada.
Antonio Álamo lo llamó “Juáres el nuestro”, para diferenciarlo del prócer mexicano Benito Juáres y para darle todo el gentilicio larense que demostraba el General cabudareño en su vida pública.
Había nacido el 05 de enero de 1.846 en Cabudare, en una casa que existió donde hoy vive la familia González y donde existe un pequeño monumento en recordatorio al héroe.
En 1.859, cuando tenía 13 años fue reclutado en Gamelotal. A los dos días tuvo su bautizo de fuego, de tal manera que fue inmediatamente ascendido a sargento. Luego con los federales peleó en muchos combates hasta alcanzar el grado de General. Fue su obra como civil lo que lo encumbró. Nunca lo cegó la gloria militar, era humilde y recio de carácter, lo que convivía con su amor por las artes, la cultura, la educación y el progreso.
Poseía Juáres una mentalidad propia de las almas inteligentes y llenas de admiración por las leyes y su cumplimiento. Como Gobernador protegió las industrias y las garantías ciudadanas.
Uno de sus adversarios a la Gobernación, Leopoldo Torres, no entendió porqué después de la acérrima campaña que llevó adelante contra Juáres, al ganar éste, le llamó para que fuera su Secretario de gobierno. Torres le preguntó las razones y Juáres le dijo “nadie mejor que usted, para que vigile que nadie se robe nada en mi gestión”, y fue tan pulcra, que Leopoldo Torres se convirtió en el primer admirador de Juáres.
Construyó el Parque Miranda, comenzó el teatro, que hoy lleva su nombre, la cárcel, la luz eléctrica para la ciudad, escuelas diurnas y nocturnas para las amas de casa y trabajadores, becas para niños, pensiones para educadores. Becó para Europa a Julio T. Arce, Franco Medina y Eliecer Ugel, entre otros. Tocaba la flauta y gustaba recitar a los clásicos.
Fue Gobernador dos veces: De 1.872-1.873 y de 1.894-1.898. Su respeto en el manejo de las rentas públicas y su conocimiento de las leyes le hicieron proteger los derechos de sus opuestos. Respetó la prensa. Tuvo pulcritud y honestidad con los dineros del pueblo. Todos los años publicaba el Libro de Rentas, donde explicaba en que se gastaba el dinero y con lo que quedaba hacía obras de caridad.
Si alguien quiere Gobernar en Lara, debe pasearse por la vida de este cabudareño, quien se retiró de la vida pública “a esperar que sus huesos lo vencieran”, como dijo una vez.

Alma buena y humilde, fiero en el combate por las libertades y amante de las bellezas de la vida. Antonio Álamo, su biógrafo y amigo dijo “Su respeto a las leyes, su entendimiento por el derecho de los demás, lo hicieron un dechado de virtudes ciudadanas. Si Juáres no hubiera sido hombre militar y político, hubiera recorrido el mundo abrazando las artes que tanto amó, pues su corazón estaba hecho para lo sublime”.




General Aquilino Juáres Rumbos





Busto del General Aquilino Juáres, en la plaza que fuera decretada con su nombre en 1.946, con motivo del centenario de su nacimiento y construida en 1.962. El pueblo la conoce como plaza La Cruz, ya que "la Cruz Salvadora", monumento del siglo XIX, quedó dentro de la plaza y no fue sino hasta 1,996 cuando se colocó el primer busto.
Está ubicada frente al Concejo Municipal de Cabudare



Monumento a Juáres, construido en 1.946,
con motivo del centenario de su nacimiento.
Allí existió la casa donde nació el ilustre cabudareño.
Ubicado cercano a la entrada de Cabudare.

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CARTA AL NIÑO JESÚS CABUDAREÑO

CABUDARE, BUCOS Y MAMEYES

Carta al Niño Jesús cabudareño

Américo Cortez
Cronista de Cabudare

Querido niño Jesús:
Mi madre siempre me dijo que primero debía pedirte por los demás. Pues haciendo caso a mi mamá, quiero que logres la paz del mundo y eso solo será posible si las armas nucleares son desactivadas, pero todas, que no quede ninguna. También quiero que todos los niños del mundo sean felices, y eso será cuando el hambre y la miseria no existan en ningún hogar. Que no exista explotación y esclavitud laboral. Debemos cuidar nuestro ambiente. Debemos dejar de contaminar y trabajar juntos por el respeto al planeta. Además ilumina el pensamiento de nuestros gobernantes para que hagan feliz a nuestra patria.
Ahora, si puedo empezar a pedirte por mi pueblo, que es el tuyo.
Es necesario que los vecinos respeten las normas de convivencia, que no boten la basura en la calle, que arreglen los botes de agua en sus casas. Si todos colocamos nuestro pequeño esfuerzo, tendremos una mejor ciudad. Por supuesto la convivencia ciudadana, convertida en alma y corazón, día a día, ayudará a la construcción del Palavecino que queremos.
Hay tantas cosas que quisiera, que son milagros que tu no podrás cumplir y no es que no crea en tu poder, pero de no ser así, pido por las almas de tanta gente que hicieron felices a los cabudareños, también a mi.
Ah, como quisiera comer de nuevo unas alfajoras de Juan Tista o sus biscochos cabudareños, salidos de aquel desvencijado horno y que traía todo el amor que tenia por Cabudare, manifestados en la gloria de comerlos.
Ah, como quisiera tomar la avena de Simón Valera, que eran el premio cuando era monaguillo y salíamos todos en carrera a su negocio, frente a la plaza Bolívar, en la vieja casona que fue en el siglo XIX de la casa de gobierno de Cabudare. Aún es secreto bien guardado. La mejor avena del mundo.
Ah, como quisiera bañarme de nuevo en los bucos que regaban los sembradíos de caña y comer sentado, bajo los árboles: mangos, tamarindos, mamones, jobos y mameyes que “robábamos” de las haciendas del cañamelar cabudareño.
¡Ah mundo! un paseo a los pozos de Tabure, con sus aguas frías y cristalinas, donde nos sentíamos dueños del mundo.
Ah, los viajes a “Los Cristales” o a Terepaima con Enrique Perláez, en aquella camioneta roja y negra. Todo un acontecimiento para conocer los espacios que llevo en el corazón.
Ah, mi querida escuela artesanal con los juegos de pelotica de goma que eran para mi como una serie mundial.
Ah, los juegos de mi primer beisbol, en el campo del “Borinquen” y de la “Fortunato Orellana”, todos los domingos. Salíamos desde el abasto La Ceiba, el de Pastor, con el equipo de guantes y aperos que él guardaba con celo.

Ah, los juegos clase “A” en el estadio “Terepaima”. Ver a mis primeros héroes deportivos: los Rojos de Zanjón Colorao, el Juáres de “Frasco e leche”, el equipo del Central Turbio, los Caciques de La Piedad, el Victoria de Los Rastrojos, el Terepaima de Pedro López.

Ah mundo, son tantas cosas y sé que aunque no me puedas volver a esa época, harás que vivan en mi corazón por siempre. Por lo demás solo pido salud para todos y un deseo infinito de alegría y prosperidad para mi pueblo. Sé que no me vas a fallar.



Los pozos de Tabure, la gloria.




Comer las frutas de las haciendas, todo un placer.



La avena de Simón Valera, en la esquina de Juan Bravo.




Las alfajoras de Juan Tista.
Lo más cerca del cielo que pude llegar.

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ULTIMO DEL AÑO

CABUDARE, BUCOS Y MAMEYES

Ultimo del año


Américo Cortez
Cronista de Cabudare

Al llegar el último mes del año, al llegar Diciembre, la vida se convierte en una madeja de sensaciones, que van desde la alegría propia del mes de la navidad, pasando por las reflexiones, tristezas, melancolías y promesas de quienes creen que al pasar el umbral del 31 de Diciembre se transformarán en mejores personas. Puede ser que sicológicamente alguien lo crea, pero si no hay propósito de enmienda y sinceración en los actos de la vida, no pasará nada.
Cuando Cabudare era un tranquilo pueblo, era costumbre prepararse para la navidad, empezando en noviembre, algunos mucho más allá, pues había el compromiso familiar, social, en el trabajo y otros que hacían todo un manifiesto de entrega a la navidad. Sacar las figuritas para el nacimiento, limpiarlas, revisar las luces, que año a año se guardaban. Salir a buscar barba e´ palo y musgo, las cajas y cartones y la preparación del diseño y ubicación del nacimiento y convertirlo en vitrina de exhibición para los vecinos y amigos. Algunos más comprometidos con su cristiandad, organizaban la novena al niño, rezándole rosarios y cantando desde el 16 al 24 de diciembre, lo que obligaba a la familia a atender a los invitados y participantes, con biscochos, sopa, aguardiente, hallacas y resbaladera.
Sin duda, era todo un acontecimiento en el pueblo prepararse para la navidad. La compra de los estrenos, los fuegos artificiales, tarjetas de navidad, regalos y la carta al niño Jesús.
Los juegos de aguinaldos eran el día a día, sobre todo entre enamorados, que ante el pretexto del juego se relacionaban más tiempo y obtenían premios que profundizaban sus amores. También se acostumbraba regalar tarjetas de navidad. En algunas familias eran preparadas en cartulina y dibujadas, adornadas y pintadas por los niños, de manera que cada una era original y única, toda una pieza de colección.
Las señoras hacían las compras necesarias para la cena de noche buena, día de navidad y año nuevo. Hasta las familias más humildes tomaban previsiones para atender a los visitantes amigos y familiares, con cualquier cosa, pues era un deber cristiano compartir y excitar la solidaridad y amistad. La espera de alguna parranda que llevaba el mensaje musical de la navidad. Era todo un poema: los músicos tocando y cantando y todos mirando el nacimiento, como buscando respuestas a sus peticiones, alegrias y angustias.
Los sermones de la iglesia iban dirigidos a despertar y redimensionar la solidaridad y cooperación entre todos, por lo que cada quien sentía la voz y mirada acusadora del cura, cuando no hacía lo necesario para ser solidario y honesto en navidad.
Además, las misas de aguinaldos a las 4 de la mañana, luego se pasaron a las 5 y hoy se realizan a las 6, de manera que ahora el alba nos sorprende rápidamente y nos quita esa sensación de ser dueños de la noche y el amanecer. La misa del gallo el 24 a la medianoche reunía a todo el pueblo en santa paz.
Los asistentes a las misas organizaban amaneceres en sus casas, cantándole al nacimiento y compartiendo algún alimento y bebida. Aún hoy, luego de la misa, se lleva el niño Jesús de la iglesia a casas para los rezos de la novena. Cada familia anfitriona corre con la atención a los asistentes, entre los que se encuentran el cura, monaguillos, músicos y coro, además de los pegones, que casi siempre son los que más disfrutan.
Hay razones para seguir fomentando y protegiendo estas acciones cristianas, comunitarias y familiares, hermosos momentos de encuentro y alegría, de reflexión, que nos acercan a los preceptos navideños.

Desde “Cabudare, bucos y mameyes” deseamos que la dicha familiar y la buenaventura se derramen en los corazones de nuestra gente, de nuestro pueblo y así podamos el año próximo emprender con entusiasmo y decisión los retos que la vida y la sociedad nos imponen.


Humildad ante el niño Jesús



La parranda Sarao ante el pesebre de Pedro Escalona



Cantando en las comunidades, llevando la buena nueva

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