CABUDARE, BUCOS Y
MAMEYES
Más anécdotas de “Coché”
Rojas
Américo Cortez
Cronista de
Cabudare
Por haber comprometido mi palabra con mis
paisanos cabudareños y sufrido un percance con mi computadora donde preparo
esta columna, decidí cumplir por anticipado la segunda entrega del “Anecdotario
y Humorismo cabudareño Vol. III” de Francisco “Coché” Rojas. De esta manera me
obligo próximamente a montar el blog con la obra de este gran cabudareño,
hombre público, que siempre llevó a su pueblo en el corazón, desde los cargos
públicos que ocupó, en la educación como maestro y como hombre de a pie y que
se reunía en las tardes en la Plaza Bolívar de Cabudare, donde formó parte de
“Los Guardianes del Libertador”, especie de patrulla de la plaza, que compartían
anécdotas, recuerdos y sobre todo atentos a guiar a los niños y jóvenes que
pedían explicaciones sobre Cabudare. A continuación dos anécdotas, hechos
reales que sucedieron en el Cabudare que conoció Coché. De nuevo valoramos las
caricaturas de Justo Pino realizadas para el Anecdotario.
¿USTED OYO?
Héctor Rojas Meza, desempeñaba el cargo de Juez del Distrito, por
su competencia se le confió varias veces, así como otros cargos, tanto
municipales, estadales o nacionales, en los cuales demostró conocimientos,
eficiencia y capacidad. Los jueces de su jerarquía, tenían la obligación de
visitar todos los meses las cárceles donde se recluían a los penados,
compromiso un tanto delicado y expuesto para quienes, precisamente, les
correspondía dictar las sentencias, pero el deber manda y hay que cumplir. Se
tenía que remitir información de la situación de los detenidos. Acompañado de
su joven Secretario Eurípides Ponte Hernández, llegaron a la cárcel, abrieron
el Acta correspondiente y dieron comienzo a su recorrido. Desde muy adentro
salía una voz gruesa y fuerte, que decía: “Don Héctor pendejo, pendejo, don
Héctor”. Siguieron su recorrido, la voz seguía en el ambiente, concluida el
Acta, ya para irse, Eurípides le pregunta “Don Héctor, ¿usted oyó?. A lo que el
sabio cabudareño contestó, casi sin inmutarse “Si escuché, lo que pasa es que
yo sé lo que soy, pero nadie me lo había dicho”. Se retiró sereno y tranquilo
como si nada le hubiese ocurrido. Era su filosófica manera de tomar las cosas,
sin magnificar las simplezas.
EL ESCAPE DE
“EL JINETE ROJO”
Eran las nueve de la noche, se encontraban limpios, sin nada de
dinero y en las calles de Barquisimeto. “Es muy tarde, tenemos que irnos a
Cabudare” le dice San Álvarez a Román Santeliz, quien era conocido como “El
Jinete Rojo”. Llegaron hasta la plazoleta del teatro Juáres, donde había carros
de alquiler. “A la orden” les manifiesta el chofer de guardia. “Llévenos a
Cabudare” le respondió Román. Llegaron hasta el Bar Restaurant “La Morenita”.
Román, muy solicito invita a tomarse una cerveza, incluyendo al chofer.
Ubicados en la mesa pide el servicio e indica al mesonero, atender la mesa
mientras él regresa del baño. San y el chofer se quedan disfrutando de sus
cervezas, mientras Román por la parte trasera se marcha hacia su casa. El
chofer se pone nervioso, salen en busca de Román, al cual lógicamente no
consiguen. El conductor pide a San que le pague la carrera, quien dice no tener
dinero. Se establece una discusión, se van a las manos, interviene la policía
se llevan preso al chofer, a San y detienen el carro. Al rato sueltan al chofer
y su carro. A las ocho de la mañana, sueltan a San. Cuando va frente a la
iglesia de Cabudare Román le grita “compadre San, ¿cómo amaneció?” y San le contesta
“ese compadrazgo se acabó. Usted es un desgraciado, me abandonó, con un
compadre así se va fácil al infierno, hasta preso amanecí, no me trate más” y
se retiró francamente disgustado. Dos días después, entre un grupo de amigos
comentaban todo lo sucedido a San, su pelea con el chofer, su noche en la
policía y el escape de Román o “El jinete rojo” después de una noche, para San,
de pesadilla inolvidable.
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Don Héctor Rojas Meza. Un cabudareño que ocupó a cabalidad diferentes cargos públicos. Hombre firme y correcto en sus apreciaciones, que nunca colocó ninguna condición a la amistad sincera. |
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¿Usted oyó?, fue la pregunta de Eurípides Ponte, secretario de don Héctor. Esta caricatura de Justo Pino es parte del "Anecdotario y Humorismo Cabudareño Vol III" que pronto publicaremos integro en el blog que estamos preparando de Coché Rojas. |
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Román Santeliz, conocido en sus años de mozo como "el jinete rojo", historia que contaremos en otra oportunidad. Protagonista de muchas anécdotas del viejo Cabudare. |
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San Alvarez tuvo que pasar la noche en la policía por la gracia de Román Santeliz. |
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Esta curiosa foto nos muestra a Eurípides Ponte y Coché Rojas entrando en la recien abierta iglesia San Juan Bautista, en el año 2.000, luego de "la restauración". Los dos cabudareños tuvieron problemas de entendimiento con el Padre Sánchez Belisario por la forma como se llevó la obra y esta fue la primera vez que entraron en la iglesia después de casi 11 años. |
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La estatua de la Plaza Bolívar de Cabudare. En esta plaza se pasaban tardes enteras "Los Guardianes del Libertador", especie de patrulla de plaza que orientaba a los niños y jóvenes en el comportamiento en este espacio. Coché Rojas fue uno de sus integrantes. |
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