lunes, 30 de octubre de 2017

CABUDARE Y EL DECRETO DEL PACIFICADOR. II PARTE


CABUDARE, BUCOS Y MAMEYES

Cabudare y el decreto del Pacificador. II parte


Américo Cortez
Cronista de Cabudare



En la entrega anterior colocamos el infame decreto que Pablo Morillo “el pacificador” hizo contra Cabudare el 22 de julio de 1.818. Ahora quiero inferir algunas razones que llaman la atención. 

La primera es el poder que aún ostentaban los curas y comerciantes de Barquisimeto, que impedían el desarrollo como pueblo de Cabudare, a pesar de haber sido designada y aprobada en Caracas como nueva parroquia eclesiástica, a partir del 1º. De Abril de ese año. Lo observamos cuando recién llegado Morillo a Barquisimeto (apenas tres meses después de la aprobación de la parroquia Cabudare), emite el decreto donde ordena tomar medidas drásticas contra Cabudare y sus habitantes.

Morillo, es llevado por las intrigas de los curas de Barquisimeto, don José Antonio Melean y Sebastián Bueno, quienes lo convencen de que era necesario restituir los derechos de los barquismetanos y santaroseños sobre ese territorio, aludiendo entre otras cosas la persecución que los cabudareños le hacían a los indígenas que vivían en Santa Rosa del cerrito. Recordemos que “el sitio” de Cabudare pertenecía hasta el 1º. de Abril de 1.818 a la parroquia Santa Rosa. También es importante señalar que el cura de Santa Rosa, Juan Francisco Mujica había aceptado la nueva parroquia de Cabudare, a condición que le nombraran Párroco del nuevo curato de Cabudare. Esto debido a la creciente población, comercio pujante y ventajas geoestratégicas que ofrecía Cabudare, por ser la puerta del llano y el camino hacia el centro del país. Eran estas, algunas de las razones por las cuales se ensañaban contra Cabudare, No solo los curas mencionados, sino, los del Ayuntamiento, el Síndico, el Procurador General y el Administrador de la Real Hacienda, todos afectados en sus intereses particulares. Incluso en el decreto Morillo acota que existe fraude de los habitantes de Cabudare, en especial los comerciantes, al no pagar los tributos que exigía la Real Hacienda con sede en Barquisimeto. De igual manera establece en su escrito que existen peleas entre vecinos de Cabudare, lo que “afecta” las relaciones de convivencia.

Para colmo del asunto, ordena y condena Morillo a Cabudare a: que se trasladen los comercios fundados allí a Barquisimeto “pues los mercados, tiendas y demás, deben estar en esta ciudad, como es justo y no allí”, que se restituyan a Barquisimeto los vecinos que eran de ella y que no se permita la construcción de nuevas viviendas en el sitio de Cabudare. Por ello el comandante Oberto intimida a los cabudareños y el 24 de julio de ese año 1.818 más de cien personas, entre comerciantes, industriales, artesanos y vecinos son sacados violentamente de Cabudare, abandonando sus casas y negocios, y ordena lo mismo con todos los emigrados de los pueblos de la provincia pues como dice Morillo (palabras más palabras menos), Cabudare era un espacio de pleitos entre familias y vecinos, y defraudadores del erario real. 

No hay que ser erudito para entender que los intereses económicos, siempre fueron la causa y razón principal, para que impidieran que Cabudare fuera pueblo organizado. Imaginamos la indignación de los pioneros que lograron la creación de la parroquia eclesiástica y los vecinos que entendiendo la necesidad de organizarse, eran proscritos como maleantes. Tuvo que esperar Cabudare luego de la Batalla de Carabobo, para empezar a forjar el pueblo.

Ese infame decreto de Pablo Morillo es uno de los momentos de ignominia más grandes en nuestra evolución histórica. Por ello, Juan de Dios Melean señala en su escrito de 1.883 “como los esbirros del absolutismo destruían de día, las chozas que a la luz de lámparas los cabudareños construían de noche”.

Nuestro pueblo persistió, para lograr sus objetivos. Por ellos, Palavicini, Bastidas y otros cabudareños, se fueron con el ejército Libertador a la guerra, a lograr la emancipación del yugo español.


General Pablo Morillo


Grabado ecuestre de Pablo Morillo

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