jueves, 16 de noviembre de 2017

CHARLA CORDIAL

CABUDARE, BUCOS Y MAMEYES

Charla cordial


Américo Cortez
Cronista de Cabudare

En 1.999 publicamos en “El Kabudari”, periódico del Proyecto Cultural Sarao, un pequeño discurso de Héctor Rojas Meza, de  1.934, con motivo de iniciarse las refacciones al templo de “La sagrada familia” de los Rastrojos. Interesante verbo melancólico del poeta. De nuevo, gracias a don Julio Álvarez Casamayor, que colocó en nuestras manos el texto, para el disfrute de los rastrojeños y cabudareños en general. A continuación el escrito.

Aquí estoy, esta vez, tomando parte de esta velada, promovida a beneficio de nuestro templo, por un grupo de distinguidas personas, entre las cuales se encuentran los apreciables caballeros Don Eustaquio Yépez y Juan José Palma, quienes son como representativos de la colonia tocuyana en esta población, laborando al lado del General Juan Bautista Segovia, Jefe Civil de este municipio y representativo de los rastrojeños nativos como Tobías Escobar, Leonardo Alvarado Guevara y otros entre los cuales se encuentra este modesto servidor, junto con González Meléndez, que es rastrojeño por afinidad, en las filas de los que han puesto su buena voluntad por mantener el sagrado fuego del entusiasmo que ha distinguido siempre a este pueblo laborioso y humilde, que tuvo la gloria de alojar bajo el añoso dividive, la cabeza de los milagros y la lengua de las maravillas de nuestro Libertador, una noche de noviembre de 1.813.
Este pueblo, cuyo pasado llena de infantiles recuerdos de alegría, mí hoy torturado corazón. Aquí en una casita de la “calle nueva”, se abrieron mis ojos a la luz y lancé el primer grito de horror a mi existencia, grito que sofocaron los besos y ternuras de mi madre, que Dios me ha conservado para que me consuele en el sufrir. Aquí crecí querido y consentido por todos los rastrojeños. En este templo, que hoy se refacciona, recibí los primeros sacramentos, bajo la cura de almas de mi padrino el Pbro. Regino Aular, aquel humilde y popular levita que por santo y gallero pudiera proclamarse patrón de este deporte. Aquí aprendí a leer, en la escuela de mi otro padrino el señor Andrés Mata Verde, que se adelantó a la moderna enseñanza y quien era además consumado legista y literato.
Yo dispersé, junto con otros muchachos, las cenizas del combustible de la fábrica de jabón, que amontonaba en la calle, la señora María Jesús Segovia, aquella austera matrona, ante quien temblábamos todos los chiquillos de la época. Yo me bañé en la acequia y comí mangos y mameyes del caney del señor Sequera. Yo cargué agua del pozo “del común” y bebí leche de las cabras de “Curibajana”, una de las cuales fue mi nodriza. Yo cuqueaba los perros de Juan de Dios Moreno y formaba en las filas guerreras del llamado “Capitán de las ánimas” Pedro Ortíz y demás muchachos imitadores de las guerras que a menudo se sucedían en aquellos tiempos. Era marchante en la pulpería de Antonio Sequera, tenía mi taturo en la de Juan Delgado y pedía ñapas sin gastar, en las de Pedro Burgos, Perucho Salas y Palacios Alvarado. He llorado con ellos, como estoy en esta hora feliz. Hace veinticinco años vine de Cabudare, henchido de ilusiones a vivir en mi pueblo con mi esposa, en una inolvidable luna de miel. La muerte destruyó mis esperanzas y transformó mi vida de alegría en vida resignada de vencido. Estaría celebrando en este tiempo mis bodas argentinas, sino faltara la que fuera en mi vida la sal de mi existencia, pero valga por ello esta velada en donde están los hijos de nuestro matrimonio tomando parte de ella.
Queridos coterráneos, no vayáis a creer que me siento orgulloso de otra cosa más que la modestia de ser hijo de esta pequeña aldea, aldea sin nombre que todavía conserva el de rastrojos de don Juan de Alvarado. Aldea sin tradiciones novelescas, como la antigua Roma, que fundaron los hijos de una loba y la leyenda azul de las Sabinas. Aldea solamente laboriosa, donde sus hijos viven esa vida apacible del que desdeña “el mundanal ruido y sigue la escondida senda por donde han ido los sabios que en el mundo han sido”.
Señores.
r en la querencia por lo nuestro, lo que resalta y profundiza la identidad.


Queda a Los Rastrojos y a Cabudare, a nuestro gobierno y a su gente la tarea. Y a ti morocho recordarte que “no hay plazos que no se cumplan, ni deudas que no se paguen”.



Composición realizada en óleo por Hugo Camacaro,
donde aparece Don Héctor Rojas Meza,
 la iglesia "Sagrada familia"  y parte de la plaza Bolívar


Casa de la familia Giménez
ubicada frente a la plaza Bolívar de los Rastrojos


Don Héctor Rojas Meza

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UN DIVIDIVI Y UNA CEIBA

CABUDARE, BUCOS Y MAMEYES

Un dividivi y una ceiba


Américo Cortez
Cronista de Cabudare


En nuestro municipio Palavecino existen dos árboles de especial significación y también deberían serlo de consideración. Un dividivi que vive latente, esperando que se dictamine si vive y una ceiba (jabillo), frondoso testigo vivo que cada día se resiste al maltrato y a que le digan jabillo, pues la sabiduría del pueblo cabudareño siempre le ha llamado ceiba y la fuerza de la costumbre se impone. Además ¿qué tiene de malo eso?.
El dividivi y la ceiba tuvieron bajo su sombra al hombre más grande de América,  Simón Bolívar, el 9 y el 10 de noviembre de 1.813, respectivamente, cuando recorrió los caminos de Cabudare. Esta semana pasada se cumplieron 204 años de ello.
Hoy el dividivi, del cual solo queda el tronco, vive bajo resguardo de la familia Rodríguez Parra, en Los Rastrojos, diagonal a la iglesia “Sagrada Familia”. Su más celoso cuidador Rafael, el morocho, ya no está con nosotros y recuerdo, cuando, en mi trabajo como cronista, programaba visitas a su casa, para que los niños recibieran la energía de ese tronco, aparentemente muerto, y que en su cuerpo han crecido flores y plantas ornamentales. ¿Será que aún hay energía en él?. El morocho le miraba como quien ve a un anciano esperando consejo y los ojos le brillaban de orgullo al contar la historia, al saber su alegría y responsabilidad de mantenerlo, cerca de su casa y su corazón. ¿Cuántos secretos del Libertador, tendrá guardados?, ¿Qué dijeron ese 9 de noviembre Palavecino y Bastidas a Bolívar al incorporase al ejército libertador?. Es necesario buscar la forma para saber si es posible sacar de su ADN unos hijos, para sembrarlos en las escuelas. ¿Cómo se verá un dividival, con los hijos del histórico, en la avenida Intercomunal de Cabudare a Los Rastrojos?. Lo otro que falta, es cumplir el proyecto que preparaba con el morocho de realizar en ese hermoso patio de su casa, “En el Dividivi”, una serie de actividades culturales: recitales, ponencias, charlas, tenidas, etc. Ello, seguramente sería el complemento que el morocho celebraría desde donde esté.
Otro caso similar pasa con la ceiba histórica de Cabudare, que tiene ya algunas ventajas. Forma parte del complejo llamado desde 1.965 Parque “Ezequiel Bujanda”, tiene a su lado el puente San Nicolás (1.865), la quebrada Tabure, la capilla “El Nazareno”, la cancha techada y el parque infantil. Allí se realiza todos los domingos el programa del Ateneo de Cabudare “Contemos bajo la ceiba”. Sin embargo necesita, debido a su edad, periódicos exámenes fitosanitarios y una recuperación total de los espacios adyacentes, que garanticen todo el parque y la permanencia del árbol en el tiempo. Fue denominado por la Gobernación del Distrito Palavicini el 12 de marzo de 1.946 como Monumento Histórico y es quizás el altar de la patria en Cabudare. Se realizaban bajo su sombra velorios del sepulcro, los viernes santos. Hubo navidades en que se le colocaban luces, cual arbolito. Se realizaban discursos electorales. Allí estuvo Luis Beltrán Prieto Figueroa y fue él quien públicamente dijo “no sé por qué lo llaman ceiba  si esto es un jabillo”.
Estamos preparando un vivero, para que sus hijos llenen el valle del Turbio, el Parque Terepaima y más. Se recuerda ese 10 de noviembre de 1.813 cuando Bolívar resolvía bajo su sombra como subir a la meseta, a la llamada batalla de Barquisimeto y como los cabudareños esperanzados en la libertad se sumaron al ejército.
Como símbolos naturales e históricos hay tareas que acometer para darles el merecido y justo lugar en nuestra historia.
La energía que el dividivi y la ceiba emanan, nos recuerdan la tarea que los maestros (as) y cronistas debemos llevar adelante. Profundizar en la querencia por lo nuestro, lo que resalta y profundiza la identidad.

Queda a Los Rastrojos y a Cabudare, a nuestro gobierno y a su gente la tarea. Y a ti morocho recordarte que “no hay plazos que no se cumplan, ni deudas que no se paguen”.



La histórica ceiba (jabillo) y el puente San Nicolás.


El dividivi de los Rastrojos,
ubicado en la casa de los Rodríguez Parra.


histórico camino por donde pasó Bolívar
y el ejército Libertador.
 Foto a la altura de la entrada al caserío "Zanjón colorao"


Puente San Nicolás y la histórica ceiba donde estuvo el Libertador el 10 de noviembre de 1.813.

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domingo, 5 de noviembre de 2017

PRESBÍTERO DANIEL VIZCAYA. LA HUMILDAD COMO VIRTUD




CABUDARE, BUCOS Y MAMEYES


Presbítero Daniel Vizcaya. La humildad como virtud


Américo Cortez
Cronista de Cabudare

Cabudare ha dado al escenario de las virtudes, a personajes que llenaron épocas, muchos de ellos olvidados, no solo por el tiempo, sino por ese trajinar nuestro, con el cual echamos al olvido los valores de nuestro terruño.
En su corta vida, de apenas 44 años, marcó Daniel Vizcaya la segunda parte del siglo XIX de la iglesia venezolana. Tuvo condiciones innatas para el conocimiento de diferentes ramas del saber: filósofo, filólogo, historiador, periodista, políglota, exégeta, escritor, orador profundo y supremo y cargado de una humildad a toda prueba. Había nacido en Cabudare, al lado de la quebrada Tabure el 26 de octubre de 1.848. Hijo de Etanislao Vizcaya y Petronila Cortés. De joven vistió el hábito talar ordenado por el Ilustrísimo Señor Víctor José Díaz, primer Obispo de Barquisimeto. Acompañó en su gestión pastoral a su paisano cabudareño el Arzobispo de Caracas y Venezuela José Antonio Ponte, quien por su talento le nombró su secretario y le acompañó en todas sus visitas pastorales. Fue cura de la parroquia Santa Ana de Caracas y la santa sede le nombró Misionero Apostólico.
En 1.890 fue electo individuo de número de la Academia Venezolana de la Lengua, ocupando el sillón “B”. Se dice que el sillón estaba maldito, ya que después que lo ocupara Antonio Leocadio Guzmán, todos los electos (4 prominentes miembros de la iglesia) fallecieron prematuramente, como le sucedió a Vizcaya, apenas dos años después de ser electo. Su origen humilde y buenas maneras afirmadas en su corazón por sus padres, le hicieron del aprecio de la comunidad llana y la sociedad caraqueña.
En Caracas la sociedad le abrió sus puertas y trazó amistad con gente que gustaba de recibirle en su hogar, por su exquisita conversación y conocimientos. De igual manera disfrutaba de encontrarse con la gente más pobre. Era una especie de Obispo Myriel de “Los Miserables”, que se encontraba a gusto con los ricos y los pobres y que acudía a los ricos a pedirles limosnas que luego repartía entre los más necesitados. Aún siendo Vicario de la catedral de Caracas nunca tuvo bienes de fortuna.
Visitaba permanentemente el humilde restaurante de la negra Telésfora del pasaje “Linares” y cuando una familia mantuana le invitaba a comer (uno de sus placeres favoritos) se excusaba diciendo “no mijita, no puedo ir porque voy a comer el mondonguito de Telésfora”. Allí conversaba con poetas, estudiantes y maritornes, con los cuales compartía libros, conversas y que le esperaban para aclarar dudas sobre literatura, historia y demás. Su biblioteca era visitada por todos, debido a que solo traía libros de sus viajes a Estados Unidos y Europa, lo que llamaba “el alimento del espíritu”. Siempre prefirió a los de abajo. Aunque iba camino a ser Obispo, se conformaba con dar consejo a sus superiores, los que le buscaban para escuchar sus juicios.
En Roma se hizo amigo del Papa León XIII, con quien compartió correspondencia.
Su carrera y su modestia corrían de la mano. Renunció al cargo de Canónigo de la Sociedad Internacional Misionera. Recibió en 1.889 la orden “Pro Ecclesia et Pontifice” del Vaticano.
Escribió el compendio de gramática iloco-castellana, de obligatorio estudio para curas de habla hispana que viajan a Filipinas.
Nunca tuvo bienes materiales. No aceptó ser Obispo de Guayana. Renunció a ser canónigo en la iglesia metropolitana de Caracas, para servir con humildad en la iglesia de Santa Ana de Caracas.
Murió joven, cuando su intelectualidad y memoria prodigiosa lo encumbraban a mejores propósitos. La avenida principal de “La Mata” en Cabudare lleva su nombre desde el 24 de julio de 1.983.

Al momento de su muerte ocurrida el 23 de febrero de 1.892 trabajaba conjuntamente con el Vaticano en una historia de la iglesia. Cuando muere quedó demostrada su pobreza, que llevaba con orgullo. De limosna se hicieron los gastos de su enfermedad, funerales y entierro, pues lo que obtenía lo entregaba en limosnas a los necesitados. Llamado “lumbrera de la iglesia”, “orador de trueno y miel”, piadoso e ilustrado sacerdote, orgullo cabudareño del verdadero misionero de Jesús. 



Pbro. Daniel Vizcaya.
Retrato aparecido en "El cojo ilustrado",
al momento de su muerte.

Avenida "Pbro. Daniel Vizcaya",
como Avenida La Mata. Lleva su nombre a petición
del señor José Ramón Brito, ilustre cabudareño.
Se inauguró con su nombre el 24 de Julio de 1.983, cuando el Bicentenario de Simón Bolívar.


Busto del Presbítero Daniel Vizcaya,
ubicado en la Plaza "Los Ilustres", en la entrada de Cabudare


Retrato de Daniel Vizcaya,
 realizado por José Ramón Brito Calles

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CRONISTA DEL FUTURO


CABUDARE, BUCOS Y MAMEYES

Cronista del futuro


Américo Cortez
Cronista de Cabudare


En días pasados recibí invitación, por parte del Presidente de la Asociación de Cronistas del Estado Lara (ASOCROLARA), el amigo Romel Escalona, para participar como ponente en el II Encuentro de Cronistas latinoamericanos, a efectuarse en San Felipe, el mes próximo. Ello me hace reflexionar sobre la razón de ser del oficio de cronista. He releído algunos pasajes de libros sobre la crónica: “Oficio de cronista” de Wilfredo Bolívar, cronista de Araure; “La microhistoria italiana” de Carlo Ginzburg; “El paradigma indiciario” de Giovanni Levy; “Historia Regional” del mejicano Carlos Aguirre Rojas; “Las nuevas tecnologías” de varios autores y otros, con la intención de revisar nuestro papel como guardianes de la historia, de los archivos, del patrimonio, de la cotidianidad y de la memoria. Por ello decidí embarcarme en un tema, para mi ponencia titulada “Cronista del futuro”. Aunque parezca paradójico este título, es en verdad el elemento que más me angustia y me entusiasma de este oficio. De cara al futuro, ningún cronista debe evitar enfrentar el gran reto que nos impone el inexorable paso del tiempo y los nuevos desarrollos tecnológicos.
En el pasado reciente, antes de la aparición de las nuevas tecnologías que ahora arropan cualquier área de la vida pública, el cronista se “defendía” fundamentalmente con las publicaciones, libros, periódicos, escasas apariciones en radio y televisión, publicaciones artesanales y las constantes charlas y exposiciones. En el mejor de los casos, con las herramientas basadas en grabadoras, fotografías y los más afortunados con video beam y computadoras.
Hoy el internet, las redes sociales y mucho más, ofrecen una casi infinita posibilidad de resguardo, proyección e intercambio de información, hasta en tiempo real, de tal manera que podemos acelerar y propiciar más interés en este oficio, que cada vez interesa menos a los jóvenes. Competir en las nuevas tecnologías con la gran cantidad de elementos de esparcimiento, distracción y entretenimiento, al alcance de los niños y jóvenes, es harto difícil o para decirlo en criollo “pelea de tigre contra burro”.
Debemos llenarnos de nuevas estrategias, nuevas formas de abordar el estudio y divulgación de la historia y la crónica, que la hagan más atractiva. Aún llegando al cenit de éxito, no será total, ya que las políticas educativas desde las escuelas y liceos, deben abonar la superación del desinterés actual por la crónica y la historia, como elementos para el desarrollo integral del individuo.
Sin embargo, debemos hacer nuestro mejor esfuerzo al respecto. Para ello trabajo en este momento en el uso de la mayoría de los formatos posibles: twitter, facebook, blog, youtube, whatsapp, listas de correo electrónico y otras, que van más rápido que nuestras intenciones, y que por lo menos garantizan la permanencia en el tiempo de la información, que debe ser nuestra mayor preocupación. Toda información guardada en formatos en desuso, corre el riesgo de perderse. A todos nos ha pasado, que perdemos información, de lo cual solo queda el recuerdo. No debemos temer a lo nuevo. Las tecnologías no son malas “per ce”, depende del uso que le demos.
Aleccionarnos, hacernos conscientes y entender la necesidad histórica de emprender el camino a convertirnos en “cronistas del futuro”, no significa abandonar las cosas que ya hacemos y como las hacemos, ni la nostalgia por lo pasado, sino, amoldarnos y adaptarnos a lo nuevo para preservar lo viejo.

Mi maestro Julio Alvarez Casamayor, con sus 98 años, hace tiempo me dio una clave para entender lo que escribo. Ante la pregunta que le hice “don Julio ¿qué tiempo es mejor para usted, cuando estaba joven o el actual?”, a lo que contestó “el actual”. Repregunté “¿cómo es eso, si ahora no puedes hacer muchas cosas que hacías cuando joven?” Y la respuesta de los años vividos fue tajante “lo que pasa es que a ti nunca te sacaron una muela con un alicate”. Lo que demuestra que debemos adaptarnos a los nuevos tiempos, sin perder la sensibilidad ante el pasado. 


Aprender de la tecnología.



El cronista del futuro 


Ser o no ser.

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LOS NOVIEMBRES EN CABUDARE


CABUDARE, BUCOS Y MAMEYES

Los noviembres en Cabudare


Américo Cortez
Cronista de Cabudare


En los pueblos existen fechas que los identifican. En Barquisimeto, la procesión de la Divina Pastora el 14 de enero es vital en la vida de la ciudad, al punto que después de esa fecha es que los barquisimetanos empiezan sus actividades en forma.
Hablando de Cabudare, el mes de noviembre, debería ser el mes emblemático, por diferentes razones. En el onceavo mes se conmemoran y celebran días de carácter histórico, patrimonial en las tres parroquias.
Empecemos por el 09 de noviembre. Ese día del año 1.813, el Libertador Simón Bolívar y el ejército patriota, viniendo de Gamelotal, pernoctaron en Los Rastrojos. La tradición cuenta que bajo un dividivi que estaba donde hoy es la casa de la familia Rodríguez Parra y del cual aún queda el viejo tronco, descansó el Libertador. Fue ese día que se incorporaron al ejército, Cristóbal Palavecino y José Gregorio Bastidas. Como recuerdo de la fecha. Existe allí una plaza que recuerda el hecho.
Un día después, El 10 de noviembre, entraron en Cabudare y se detuvieron en la hoy vetusta ceiba (jabillo) que está al lado de la quebrada Tabure, hoy le acompaña el puente San Nicolás. Fue allí, bajo nuestro emblemático árbol, donde Bolívar planificó la subida a la meseta de Barquisimeto para enfrentar al ejército realista, en la batalla de Barquisimeto, hoy llamada de Tierritas Blancas.
El día 14 de noviembre es el día de la Virgen de las Angustias, patrona de la Piedad, una de las poblaciones más importantes del municipio Palavecino y que tuvo las más espectaculares fiestas patronales que se hayan hecho en nuestro territorio y que fueron presididas, entre otros, por Simón Valera, ya desaparecido y Ali Sandoval, quien añora la alegría de aquellos tiempos.
El 19 de noviembre de 1.956 nació Alexi Pastor Vargas, músico, compositor y pilar fundamental en la creación de la Parroquia Agua Viva. Trabajó muchos años aunando esfuerzos con los aguaviveños y lograr la elevación a parroquia de su pueblo querido. También en noviembre, pero un día 8 de 2.011, falleció, dejando un vacio, que aún no llenan los mejores sueños de esa tierra.
El 26 de noviembre de 1.850 se creó la parroquia “Monagas”, luego “Convención”, luego “Los Rastrojos” y en 1.950, en su centenario se le denominó con el nombre de Parroquia “José Gregorio Bastidas”.
Como se observa hay razones de sobra para denominar a noviembre como el mes del municipio Palavecino.
Los gobiernos municipales, grupos culturales y organizaciones sociales, deberían pensar en enlazar esas fechas y agrupar varias actividades que se realizan en al año y que bien podrían ser, pilar fundamental de ese mes. Entre otras: “La siembra del golpe” que organiza la Unión de Golperos y Tamunangueros de Palavecino. El encuentro de tambores, que no tiene fecha fija aún. El Encuentro Folklórico de Agua Viva, que está por reorganizarse. “Cantos donde el dividivi”. Proyecto sin ejecutar, que preparaba con mi amigo Rafael Rodríguez Parra. Los desfiles que se realizaban el 09 y 10 de noviembre, en Los Rastrojos y Cabudare, respectivamente, a propósito del paso de Bolívar por nuestra geografía. El encuentro de corales, que se realizó dos veces y dejó un gusto por más. El encuentro musical “Juan Ramón Barrios” que se realizó hace varios años en noviembre, en la Casa de la Cultura. El Salón de Arte “Héctor Rojas Meza”, que se realiza los noviembres en el Ateneo de Cabudare.
Todos estos eventos sin contar los actos protocolares, litúrgicos, recreativas y más que harían de noviembre el mes de la cultura en Cabudare.
Esperemos que la sensibilidad de los gobiernos municipales, empresas, organizaciones sociales, artistas, cultores populares y particulares, se sumen a esta idea, que convertiría al municipio Palavecino en espacio de visita obligada todos los noviembres.

Por todo ello, oro a las almas de Pio Rodríguez, Alexi Vargas, Simón Valera, el “morocho” Rafael Rodríguez Parra, Teodoro Vásquez, Pedro Escalona, Antonio Olivera, Eurípides Ponte, “Coché” Rojas, J de D. Melean y otros que quisieron ver brillar siempre a su pueblo. 



Alexi Pastor Vargas "el último de los axaguas".
 Músico, compositor, promotor social y cultural,
excelente persona y propulsor de la creación
de la parroquia Agua Viva


Iglesia de La Sagrada Familia de Los Rastrojos. Muy cerca de allí,
de donde se tomó la foto, están los restos del dividivi
donde acampó Bolívar y el ejército Libertador
 el 09 de noviembre de 1813..


La histórica ceiba (jabillo) de Cabudare donde Bolívar y el ejército prepararon la subida a la meseta de Barquisimeto, la mañana del 13 de noviembre de 1.813. En la foto de mediados del siglo XX se aprecia, además del puente San Nicolás, una pequeña casa al lado del árbol. Igualmente la avenida Libertador con el clásico "lomo e` perro". Al fondo las viejas casas ya desaparecidas.

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