domingo, 5 de noviembre de 2017

CRONISTA DEL FUTURO


CABUDARE, BUCOS Y MAMEYES

Cronista del futuro


Américo Cortez
Cronista de Cabudare


En días pasados recibí invitación, por parte del Presidente de la Asociación de Cronistas del Estado Lara (ASOCROLARA), el amigo Romel Escalona, para participar como ponente en el II Encuentro de Cronistas latinoamericanos, a efectuarse en San Felipe, el mes próximo. Ello me hace reflexionar sobre la razón de ser del oficio de cronista. He releído algunos pasajes de libros sobre la crónica: “Oficio de cronista” de Wilfredo Bolívar, cronista de Araure; “La microhistoria italiana” de Carlo Ginzburg; “El paradigma indiciario” de Giovanni Levy; “Historia Regional” del mejicano Carlos Aguirre Rojas; “Las nuevas tecnologías” de varios autores y otros, con la intención de revisar nuestro papel como guardianes de la historia, de los archivos, del patrimonio, de la cotidianidad y de la memoria. Por ello decidí embarcarme en un tema, para mi ponencia titulada “Cronista del futuro”. Aunque parezca paradójico este título, es en verdad el elemento que más me angustia y me entusiasma de este oficio. De cara al futuro, ningún cronista debe evitar enfrentar el gran reto que nos impone el inexorable paso del tiempo y los nuevos desarrollos tecnológicos.
En el pasado reciente, antes de la aparición de las nuevas tecnologías que ahora arropan cualquier área de la vida pública, el cronista se “defendía” fundamentalmente con las publicaciones, libros, periódicos, escasas apariciones en radio y televisión, publicaciones artesanales y las constantes charlas y exposiciones. En el mejor de los casos, con las herramientas basadas en grabadoras, fotografías y los más afortunados con video beam y computadoras.
Hoy el internet, las redes sociales y mucho más, ofrecen una casi infinita posibilidad de resguardo, proyección e intercambio de información, hasta en tiempo real, de tal manera que podemos acelerar y propiciar más interés en este oficio, que cada vez interesa menos a los jóvenes. Competir en las nuevas tecnologías con la gran cantidad de elementos de esparcimiento, distracción y entretenimiento, al alcance de los niños y jóvenes, es harto difícil o para decirlo en criollo “pelea de tigre contra burro”.
Debemos llenarnos de nuevas estrategias, nuevas formas de abordar el estudio y divulgación de la historia y la crónica, que la hagan más atractiva. Aún llegando al cenit de éxito, no será total, ya que las políticas educativas desde las escuelas y liceos, deben abonar la superación del desinterés actual por la crónica y la historia, como elementos para el desarrollo integral del individuo.
Sin embargo, debemos hacer nuestro mejor esfuerzo al respecto. Para ello trabajo en este momento en el uso de la mayoría de los formatos posibles: twitter, facebook, blog, youtube, whatsapp, listas de correo electrónico y otras, que van más rápido que nuestras intenciones, y que por lo menos garantizan la permanencia en el tiempo de la información, que debe ser nuestra mayor preocupación. Toda información guardada en formatos en desuso, corre el riesgo de perderse. A todos nos ha pasado, que perdemos información, de lo cual solo queda el recuerdo. No debemos temer a lo nuevo. Las tecnologías no son malas “per ce”, depende del uso que le demos.
Aleccionarnos, hacernos conscientes y entender la necesidad histórica de emprender el camino a convertirnos en “cronistas del futuro”, no significa abandonar las cosas que ya hacemos y como las hacemos, ni la nostalgia por lo pasado, sino, amoldarnos y adaptarnos a lo nuevo para preservar lo viejo.

Mi maestro Julio Alvarez Casamayor, con sus 98 años, hace tiempo me dio una clave para entender lo que escribo. Ante la pregunta que le hice “don Julio ¿qué tiempo es mejor para usted, cuando estaba joven o el actual?”, a lo que contestó “el actual”. Repregunté “¿cómo es eso, si ahora no puedes hacer muchas cosas que hacías cuando joven?” Y la respuesta de los años vividos fue tajante “lo que pasa es que a ti nunca te sacaron una muela con un alicate”. Lo que demuestra que debemos adaptarnos a los nuevos tiempos, sin perder la sensibilidad ante el pasado. 


Aprender de la tecnología.



El cronista del futuro 


Ser o no ser.

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