CABUDARE,
BUCOS Y MAMEYES
Las
Navidades en Cabudare. Parte 2
Américo
Cortez
Cronista de
Cabudare
“Cabudare, aún extraño el sonido de las campanas del
pueblo, con las que aprendí a quererte”.
La música siempre
fue estímulo en la navidad de Cabudare. Desde los grupos de la iglesia,
formados fundamentalmente por las Hijas de María y los muchachos más cercanos a
ellas, familiares y enamorados. Los otros grupos de aguinaldos eran, casi todos
improvisados y tocaban con cualquier cosa. El repertorio era “a lo profano”. Mientras
que en la iglesia se interpretaban los aguinaldos dedicados a las figuras del
nacimiento, llamados “aguinaldos a lo sublime”.
Tocar en las casas
tenía sus ventajas. Entre otras, las familias ofrecían chicha de maíz,
(mientras más piche mejor). La familia de Carmela Carrasco la vendía en
botellas de refrescos las 3 XXX tapadas con hojas de limón. Se daba resbaladera,
como la de Mauricia Meza, que era chicha de arroz con esencia de azahar. Aún la
familia Pérez Escalona la prepara y la Parranda Sarao la disfruta, cada 21 de
Diciembre.
La leche e´ burra,
la guarapita, el ron, el aguardiente y el cocuy siempre fueron las bebidas
preferidas en las casas.
Los pesebres o
nacimientos eran una sana competencia, para ver cual era más grande y lindo. Se
recuerdan los de la Familia Silva, Abelardo Pérez, Ramona Bravo de Valles, del
Jefe Civil Carlos Pérez, las Hermanas Melean, la familia Cortez, la Niña
Riquilda Mayor y otros que ofrecían las estampas del antiguo Belén. La barba ´e
palo y el musgo se encargaban de Terepaima y Agua Viva. El incienso, la mirra y
el estoraque convertían cada nacimiento en espacio de oración, promesas y
compromisos de la gente de la casa y donde se dejaban todas las esperanzas en
la carta al niño Jesús. Allí aparecían los regalos solicitados. En otros casos
los niños los encontraban debajo de la cama.
El 24 de diciembre a
la media noche se realizaba la misa del gallo, con toda la solemnidad del caso.
Los campaneros subían al campanario encomendándose a Dios, por lo oscuro y de
ñapa la gran cantidad de murciélagos, sobre los que se tejían las más
tenebrosas historias. Luego se volvía a la casa, porque los niños ansiosos
querían descubrir los regalos del niño Jesús.
El 25, día de
navidad, todo el día era el disfrute con los juguetes y algunos niños no se
explicaban porque a pesar de la carta, les había llegado otro regalo distinto:
zapatos, vasos de peltre, platos y cualquier cosa de uso diario y necesario. Se
visitaba ese día a las familias amigas y los aguinalderos cruzaban todo el
pueblo, tocando sus aguinaldos.
Desde 1.936 el
Concejo Municipal regalaba juguetes a los niños y además se decretó en Cabudare
que las familias pintaran y limpiaran los frentes de sus casas.
Todos hacían
hallacas y renacía la solidaridad cuando se enviaban a las familias amigas algunas
para la cena de navidad. Hechas de marrano de barriga, tocino, el guiso y demás
adornos, cocinadas en anafres o en leña. Eran apetecidas las de la Posada de
las Hermanas Silva López (familia de nuestro amigo Pedro López).
Los fuegos
artificiales estaban en todo el pueblo. Saltapericos, tumbaranchos, traki
trakis, cohetes y estrellitas.
El 31, la misa de
fin de año, cercana a las 12 de la noche. De la iglesia, todos a la plaza,
donde el abrazo de año nuevo del pueblo era jolgorio y alegría, con música para
bailar. Durante muchos años se cantó el Himno Nacional a las 12 en punto.
Mi pueblo celebraba
la navidad con alegría, espiritualidad y humanidad. Hoy solo los recuerdos,
añoranzas, nos hacen pensar en los paisanos que construyeron ese Cabudare
entregado a la hermandad, amistad y sano compartir. Solo pude ver un poco de
todo esto. Sin embargo llevo en mi corazón a mis amigos de infancia y la eterna
alegría de las navidades en Cabudare. Cuando canto aguinaldos en mi viejo
Cabudare, tengo la esperanza de encontrarlos y darles el mismo abrazo de
aquellos tiempos, cuando niños, con nuestros sueños de grandeza. Envidio
sanamente a don Julio Alvarez quien las ha disfrutado por 96 años y aún quiere
más.
proyectoculturalsarao.blogspot.com
|
León Onofre Barragán. El eterno cotufero de Cabudare |
|
Vale Andrés. El recordado aguatero de Cabudare |
|
El Padre Emilio Laconca con la Niña Socorro Meza |
|
Foto emblemática desde el campanario de la iglesia. Se observa la primera panadería industrial de Cabudare, el negocio de Simón Valera y la calle Domingo Méndez que viene del viejo cementerio. |
|
Julio Alvarez y Carlitos Rondón en la vieja bodega de Pueblo Arriba, propiedad del segundo. |
|
La casa de la familia Parra, ubicada en la esquina de "Simón Planas" con "Juan de Dios Ponte". Atrás como comiéndosela viene "el progreso" representado en el edificio amarillo. |
|
Las Hijas de María en la segunda década del siglo XX. Detrás la antigua casa de gobierno municipal. |
0 Comentarios :
Publicar un comentario